El estilo de los
pintores puntillistas apareció como
una variante del impresionismo (neoimpresionistas).
La forma de un volúmen puede ser desglosada
perfectamente en los puntos que lo componen y, en
la práctica, nuestros ojos son órganos
captadores de puntos, información que posteriormente
utiliza el cerebro para conformar (renderizar) imágenes.
A primera vista, los primeros trabajos puntillistas,
parecen mostrar ingenuidad gráfica, algo que
hasta un infante podría concretar. Sin embargo,
este estilo fue abordado como un estudio profundo
de la coloración que percibimos con nuestra
vista. Maestros de la época se avocaron a
comprender, de forma científica, los componentes
del color, luminosidad y matices.
En principio se presentaba la hipótesis de
que existiera una forma para registrar colores mediante
elementos individuales y separados, como sucede con
la notación músical. Utilizando técnica
puntillista, varios pintores de renombre practicaron
este estilo, cosa que les permitió en el futuro,
emplear un mejor nivel técnico en la aplicación
de colores.
Al igual que la pintura impresionista, la observación
de un cuadro puntillista debe ser siempre a distancia.